Las Hurdes Centro de Documentación


Mito. El jáncano (EL Cerezal)

IDENTIFICACIÓN

Pastores gigantes y peludos, vestidos con pieles de los animales, que poblaban las Hurdes en tiempos del rey Batueco, con el que estaban continuamente guerreando.

Tienen un cuerpo descomunal y un enorme y poderoso ojo azul en el centro de la frente con el que pueden ver todo lo que pasa en tres leguas a la redonda. Tiene un aspecto horrible y unas intenciones aún peores.

HÁBITAT

Vive en cuevas profundas de las más altas montañas hurdanas, y se esconde de la vista de los humanos en los bosques que pueden encubrirlo.

Una de sus grutas se localiza en el sitio de las Barreras del Osu, en una cueva ya en encenegada que se encuentra en El Cerezal.

Otro jáncano vivía en las cercanías de El Gasco y capturó en una ocasión a todas las muchachas del pueblo. Un pastorcillo hurdano llamado Perico logró internarse en la caverna que tenía por morada y liberar a las jóvenes. Después, el muchachito le clavó sin piedad una estaca ardiente en su único ojo, provocándole la muerte.

Y aún conocemos a otro jáncano que vivía por los abigarrados montes del Pico de la Arrogüé, que pesaba más de una tonelada y usaba una porra de hierro que pesaba más o menos lo mismo que él.

MOMENTO ÓPTIMO DE OBSERVACIÓN

A pesar de las numerosas pérdidas que sufrieron en las batallas entabladas contra el rey Batuecu y de los intentos de algunos hurdanos como Perico el de las Hurdes Malas, los jáncanos no han desaparecido del todo, y de vez en cuando algún cazador afirma haberse encontrado con sus enormes huellas en el bosque. Cuentan que solo se muestran cuando quieren ser vistos.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN

Huye si aprecias tu vida en algo. Huelen la carne humana y salen a perseguirte. Si te capturan, te atraviesan con un espetón, te asan en el fuego y te comen como si fueran un pincho moruno.

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El jáncano (il. Victoria Inglés)
El jáncano (il. Victoria Inglés)
Mancomunidad de Las Hurdes