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Cuento. El sacristán que robó el cerdo

Pues esto es que había un cura y un sacristán, y como el cura no hacía la matanza no tenía ningún cerdo, pues le encargó al sacristán que fuera en busca de uno, que lo cogiera ande lo viera, que fuera por esos corralis en busca de un cochinu. Claro, y como el sacristán tenía que hacé de todo lo que le madasi el señó cura, pues se fue por las afueras del pueblo, pa los corrales de las afueras, y dici:

-aquí mismo entro, en esti corral, que ha sentío gruñí ahí a un cerdo-

 

Con que va pa’ dentro y ya le echó la mano a una pata del cochinu, y el cochinu empezó a gruñí con una fuerza que escandalizaba toa la casa. Ya lo barruntaron los amos y salieron con unas estacas, y al pobri hombre del sacristán le molieron las costillas. Se va ya pa’ la iglesia el sacristán, y estaba el cura diciendo misa, con toa la iglesia llena de genti. Nada más que lo ve el cura entrá, va y le dici, así, en latín, cantando:

-tú, que fuisti y viniste, dimi lo que trajisti-

Y le contesta el otro, el sacristán, también cantando en latín:

-robé y güi-güi, me jartarun de palus, y me tuvi que vení-

Matilde Moriano Domínguez. Caminomorisco.

 

 

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