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Cuento. El pastor y la culebra

Esto era un pastó de esos de por aquí, que siempre estaba en la sierra, y sólo bajaba al pueblo a llevá el queso que hacía él, o cuando tenía que vendé los chivos o alguna otra cosa de mucha necesidá. Ahora, una vez que venía de regreso al pueblo, pa lo más agrio de la sierra, se le apareció un duende. Fue el duende y le dijo: “debajo del macho cojú está cueva del moro, y allí están enterrados ricos y grandes tesoros”.

Fue el pastó y empezó a cavá, venga a cavá, venga a cavá en la cueva del moro, y hizo un agujero grande, mu grande, y fue y se metió pa endentro, y allí estaba una culebra. Va la culebra y le dice: “Si quieres cogé el tesoro, me tienes que llevá al río a bebé”.

Pues fue el pastó, metió a la culebra en un saco y la llevó al río a bebé. Y una vez que bebió, la volvió a llevá a la cueva. Na más llegá a la cueva, se oyó un ruido espantoso y, entonce, el macho cojú, que estaba encima de la peña, se hundió junto con el pastó y la culebra pa los abismos.

Va el pastó y le dice a la culebra: “¿Y ahora, qué hacemos?”

Le dice la culebra: “No te preocupes, que yo sé otra salida y por allí vamos a salí”.

Y dicen que estaba en las mismas entrañas de la sierra de Las Suentes. Y entoncis, la culebra le fue guiando al pastó y fueron a salí pa la parte de Fragosa y Martilandrán, pa esos pueblos de pa’í. Y va el pastó, pues llevaba el tesoro que había encontrao, que decía que era un gato de oro, que valía muchas perras. Fue el pastó y le vendió a unos señoritos el gato de oro, que fueron los que más perras dieron por él. Con el dinero que sacó, pues compró más cabras, y ya juntó una piara mu grande, mu grande.

Ahora, otro día le dijo la culebra: “Si quieres cogé más tesoros me tienes que llevá a bebé a “Boca Oveja”, ande desemboca el río Los Ángeles en el río Alagón”.

Pues cogió el pastó y se preparó, pero todavía le dijo la culebra: “Mira, tienes que cargá tamién con tó el dinero que sacaste de la venta del gato de otro, con tó el dinero que puedas cargá”.

El hombre iba reventaíto, pues con tanto dinero encima y con la culebra, que era ya grandita, metía en el saco, pues el hombre iba que no podía más. Y, pim-pam, pim-pam hacia Boca Oveja, que es donde hoy está la cola del pantano de Gabriel y Galán. Fue la culebra y le dice: “Mira, me llevas a bebé ahí adelante, que está el agua más clara, pero me tienes que dejá aquí los tesoros, los dineros, porque el terreno es chapalloso y te puedis jundí en el terrero”.

Pero el hombre, que era mu avaro, dijo que no, que no dejaba allí los tesoros, que se los podían quitá. Fue, y con el peso encima, siguió pa’lante, que iba ya doblaito pal suelo. Siguió pa’lante y se empezó a jundí, y decía a la culebra: ¡Sácame de aquí, sácame de aquí! Y le decía la culebra: “Ya te lo advertí, que no fuera con toa la carga por esos chapallo”.

El hombre comenzó a jundirse y allí se ajogó, en las aguas de ande está hoy la cola del pantano.

 

Ramiro Gómez Martín (Caminomorisco). EN: El Correo jurdano, n. 26, (jun. 2002), p. 20.

 

 

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