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Cuento. El oso y la hija del Rey

Esto era un oso descomuná, que tenía amedrantau a to el pueblu. Y los vecinus del pueblu le tenían que llevá cada equis tiempu una moza a la cueva pa que se la comiera, de lo contrario, arrasaba con to el pueblu. Y ya un día le tocó a la hija del Rey. Ya no quedan más mozas en el pueblu, y le tocó a la hija del Rey, y ella no quería ir. Y toa la gente:

- Venga, venga, que tiene que ir, que si no nos mata a todos y nos farata las casas de de tó-

Y no tubon más remedio que llevarla pa la cueva. Y estaba en la cueva, allí no hacía na; todavía no tenía el oso hambre. Y tos los días le mandaba al ría a lavá ropa. Venga a lavá, venga a lavá, y un día se le escapó un pañuelu por la corriente pabaju. Y, mira tú, dóndi fué a pará, a una poza donde se estaba bañando el su novio. Dice el novio:

- Esti puñuelu lo conozco yo; es de la mi novia-

Y el noviu no sabía ná de lo que había pasao; él vivía en otro pueblu, y dice:

- Voy a subí río arriba a ver si encuentro a la mi novia, que anadará pa’í lavando-

Cogió, pin-pan, y empezó a subí río arriba, y ya llegó a la cueva del oso. Empezó a gritá: -María, María, Mariaaaa_, es que ellas se llamaba María.

Y nada, no respondía nadie. Fue y entra en la cueva, y na más entrá, cuando sale el oso descomuná y empieza a braceá como un castillo. Pero él, llevaba tres perros con él, que se los había dao un señó viejo a cambio de la merienda que llevaba en el zurrón. Coge y le jipa los perros, y fue uno y se le enganchó en los jocicos, otru se le agarró de una oreja y el otro de la otra oreja, y zis-zas, lo quedaron pal arrastre. Cogió y sacó a la su novia de la cueva y ya se fuerun pal pueblu y tan felices los dos. Hizon la boda y se casaron, y toa la gente del pueblo pos les llevaron muchus regalus porque los había librau del oso descomuná.

 

Adora Domínguez (Caminomorisco). EN: El Correo jurdano, n. 14, (jun. 1998), p. 20.

 

 

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