Cottolengo de Fragosa
En diciembre de 1951, la Superiora General de las Servidoras de Jesús en los enfermos pobres del Cottolengo del Padre Alegre de Barcelona, solicitaba al entonces Obispo de la Diócesis de Coria, permiso para trabajar en la zona de Las Hurdes y poder instalar en ella un Cottolengo en alguno de sus pueblos, preferentemente en Fragosa. En enero de 1952, se aprueba el Decreto que lo autorizaba, para atender a los enfermos incurables.
Salieron para Las Hurdes en enero de 1952 desde el Cottolengo de Santiago la Madre Dolores Permayer Volart, la Madre Manuela Puyana y la Hermana Carmen María. Les acompañarían Carmen Mestres, sobrina de M. Dolores; un trabajador de Barcelona para trabajos de albañilería y carpintería a fin de hacer habitable la casa parroquial, y Lucio Ballesteros, hermano de la Hermana Jacinta.
En un principio, se le ofreció un terreno en Nuñomoral, pero tras visitar la zona de El Gasco, Fragosa y Martilandrán, decidieron que Fragosa sería el lugar elegido, en un montículo llamado “Teso”. Las obras de construcción empezaron ese mismo año hasta finalizarse en 1955. En 1964, la casa fue descrita con “espaciosas salas para asilados, clínica, comedores, capilla, terraza solariun, etc., todo lo cual pronto sería insuficiente, añadiéndose un dispensario y un comedor para externos, “donde se atienden a 150 niños que subía ex-proceso desde sus aldeas a las horas del desayuno, la comida y la cena”.
Para la construcción del Cottolengo se pagaba un salario de 20 pesetas mensuales. Para repartirlo entre la población y ser equitativos con todos, se procuraba contratar cada semana a un vecino, garantizando así la ayuda a cada familia.
En 1959, una donante catalana (la viuda de Barandón) hizo posible el alzado y acondicionamiento de una Maternidad aneja al Asilo parar asistir a las vecinas de estas alquerías en el momento del parto, ayudando así significativamente a elevar el nivel sanitario de la zona. Desde su inauguración en junio de 1961 hasta abril de 1963 nacieron en sus salas 130 niños, “humanizando de esta forma el alumbramiento de las parturientas”.
Una de las peculiaridades que caracteriza a esta Congregación es que no reciben ningún tipo de subvención, y les está totalmente vedado solicitar ningún tipo de bien material, y su únicas ayudas vienen de sus benefactores en forma de donativos, voluntariado o colaboraciones desisteresadas.
Para más información, consultar el libro:
SÁNCHEZ MARCOS, María Jacinta. El Cottolengo de Las Hurdes. Mérida: Parlamento de Extremadura, 2013. 87 p.
